LITERATURA DE VENEZUELA
La literatura venezolana comenzó a desarrollarse a partir de la época colonial, con alocuciones a las nuevas tierras y sus pobladores originarios. Las crónicas y varios estilos de poesía fueron las principales manifestaciones literarias durante el siglo XVIII. En este primer período se destaca la figura de Andrés Bello, poeta, filólogo, gramático y educador de renombre universal. Bello desarrolló obras como Alocución a la Poesía (1823) y Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida (1826), las cuales fueron precursoras de la temática americanista que se desarrollaría tiempo después en otras zonas del continente. Simón Rodríguez representa un ejemplo más de renombre en todo el continente, con obras como Sociedades Americanas (1828), Defensa de Bolívar (1830), Observaciones sobre el terreno de Vincocaya (1830), y Luces y virtudes sociales (1834).
La entrada al siglo XIX y la Independencia vieron el nacimiento de una refinada literatura política, incluyendo la autobiografía de Francisco de Miranda y las cartas de Bolívar, así como una oratoria de gran belleza retórica y estilística que permearía los escritos de los más diversos próceres del proceso emancipador. Luego de la Independencia, la literatura venezolana comenzó a diversificarse, pero apenas comenzó a evolucionar rápidamente en la época de Guzmán Blanco. Destaca en esta época el poeta Rafael María Baralt, primer latinoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española.
El romanticismo, primer género literario de importancia en Venezuela, se desarrolló a mediados de ese período, destacándose dentro de este movimiento figuras como Juan Antonio Pérez Bonalde y Eduardo Blanco. A finales del siglo XIX tuvo lugar el modernismo y a comienzos del XX ocurrió la aparición del vanguardismo. El costumbrismo, de raíces romanticistas, arraigó profundamente en Venezuela de la mano de autores como Nicanor Bolet Peraza, Daniel Mendoza y Fermín Toro.
A partir de 1880 comienza a perfilarse en Venezuela un movimiento y tradición literaria de más amplia ambición.[184] Cecilio Acosta y Arístides Rojas, entre otros, señalaron la transición hacia nuevas posiciones intelectuales y creadoras. En el campo del modernismo se destacaron Manuel Díaz Rodríguez y Luis Urbaneja Achelpohl, entre otros.
El año de 1910 suele tomarse como punto de partida de nuevas experiencias estéticas que reaccionan en contra del modernismo e intentan escribir acerca de la vida común, de manera que se perfila una nueva expresión literaria de carácter realista, en la que reaparecen viejas esencias del costumbrismo. En este momento de la trayectoria de la novela venezolana son relevantes los nombres de José Rafael Pocaterra (Memorias de un venezolano de la decadencia), Teresa de la Parra (Ifigenia) y la gran figura de Rómulo Gallegos, quien fundó la escuela del Realismo mágico latinoamericano, con obras como Doña Bárbara (1929), Cantaclaro (1934), y Canaima (1935). Otros autores venezolanos reconocidos son Andrés Eloy Blanco, Arturo Uslar Pietri, Miguel Otero Silva, Mariano Picón Salas, Guillermo Meneses, Adriano González León, Antonia Palacios, José Antonio Ramos Sucre, Salvador Garmendia, Francisco Lazo Martí, Rafael Cadenas, José Ignacio Cabrujas, y Víctor Bravo, entre otros.
Como parte del quehacer literario, en Venezuela se organiza, bianualmente, el Premio Rómulo Gallegos a la novela más sobresaliente del mundo hispanohablante, galardón considerado por muchos como el premio literario más importante de Hispanoamérica.